Cuando consideres tu potencial para
escoger la felicidad, ten presente la palabra inmovilización
como el indicador de las emociones negativas de tu vida. Puede que
creas que a veces vale la pena sentir rabia, hostilidad, timidez u
otros sentimientos por el estilo, y por esa razón, quieres aferrarte
a ellos. La medida en que estos sentimientos te inmovilicen debe de
ser lo que te sirva de guía.
La inmovilización puede oscilar
entre la inacción total y las pequeñas indecisiones o
vacilaciones. ¿Acaso tus enfados evitan que hagas o digas cosas que
quieres hacer o decir? Si es así, es porque te inmovilizan. ¿Tu
timidez te impide conocer gente que quieres conocer? Si es así,
quiere decir que tu timidez te inmoviliza e imposibilita que tengas
experiencias que son tuyas por derecho.
¿Acaso tus celos y tu odio
contribuyen a provocarte una úlcera de estómago o a aumentarte la
presión arterial?
¿Evitan que hagas tu trabajo eficaz en
tu empleo? ¿No puedes dormir o hacer el amor por alguna sensación
negativa del momento presente? Todos éstos son signos de
inmovilización. Un estado, que, en grado
mayor o menor, imposibilita que funciones al nivel que quisieras
funcionar. Si ciertos sentimientos te conducen a ese estado, no
vale la pena que sigas buscando más razones para deshacerte de
ellos.
He aquí una pequeña lista de
algunas ocasiones en las que puede que te encuentres inmovilizado.
Estás inmovilizado cuando...
No puedes dirigirte cariñosamente a
tu cónyuge o a tus niños aunque lo quieras hacer.
No puedes trabajar en un proyecto que
te interesa.
Te pasas el día sentado en la casa
pensando en tus problemas.
No juegas al tenis o al golf o no
tomas parte en otras actividades agradables por una sensación
desagradable que arrastras contigo.
No te atreves a presentarte a una
persona que te atrae.
Evitas hablar con alguien aunque te
das cuenta de que un sencillo gesto amistoso mejoraría vuestra
relación.
No puedes dormir porque algo te
preocupa. No puedes pensar con claridad porque estás enfadado.
Le dices algo pesado e injusto a
alguien que quieres.
Te tiemblan las facciones o estás
tan nervioso que no funcionas como quisieras.
La inmovilización abarca un amplio
territorio. Casi todas las emociones negativas provocan un estado
de autoinmovilidad, y esto ya es un motivo más que suficiente para
eliminarlas de tu vida. Quizá pienses en una circunstancia en que
las emociones negativas dan un beneficio como puede ser dirigirte a
un niño con voz enfadada para hacer hincapié en el hecho de que
no quieres que juegue en la calle. Si el tono de enfado es
una simple estrategia para conseguir el resultado deseado y ésta
funciona, entonces muy bien, quiere decir que has. adoptado una
estrategia sana y positiva. Sin embargo si gritas a los demás no
porque quieras lograr algo o hacer hincapié en algo,
sino porque estás perturbado internamente, entonces, quiere
decir que te has inmovilizado a ti mismo; quiere decir que ha
llegado el momento de empezar a escoger nuevas actitudes que te
ayuden a lograr tu objetivo de que el niño no juegue en la calle
sin por ello experimentar sensaciones que te sean dolorosas y
perjudiciales.
Una de las maneras de combatir la
inmovilización por pequeña que sea es aprendiendo a vivir en el
momento presente Vivir el momento presente, ponerte en contacto
con tu "ahora" constituye el meollo de una vida
positiva. Si lo piensas, te darás cuenta de que en realidad no
existe otro momento que puedas vivir. El ahora es todo lo que hay,
y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vivido
cuando llegue. Una cosa es segura; que no puedes vivirlo hasta que
aparezca realmente. El problema reside en el hecho de que vivimos
en una cultura que quita importancia al presente, al ahora. ¡Ahorre
para el futuro!
¡Piense en las consecuencias! ¡Piense en el mañana!
¡Prepárese para su jubilación!
Evitar el momento presente es casi
una enfermedad en nuestra cultura, y continuamente se nos
condiciona a sacrificar el presente por el futuro.
Tus Zonas Erróneas, Wayne Dyer.
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